Monster Rally - Coral LP






Un amigo del blog pidió con razón que se suelten recomendaciones y reseñas antes de que se haga fin de año, evitándome a mí tener que repasar tantos discos en una semana, y a ustedes recibir las reseñas tan automatizadas a las que el poco tiempo empuja. A favor del método que venía practicando hasta ahora tengo la certeza de que decenas de personas ya dieron sus dos centavos sobre este disco, y muchas de ellas han tenido un mejor acercamiento al sonido del que yo podría intentar, en menos y mejores líneas y  hasta por tratarse de sus trabajos. Pero a mi síndrome de Gastón Gaudio esta vez lo venció el tiempo libre, y la posibilidad de acercarles estos discos desde una perspectiva propia y más cercana culturalmente al público predominante por acá, argentinos y peruanos.

Está muy bien comenzar con éste álbum, cuya tapa ilustra el concepto directo que surge desde la ignorancia: muchas cosas latinas mezcladas. Un tipo de esnobismo en los grandes polos urbanos argentinos es el de los chicos involucrados en ritmos latinos, africanos, norteamericanos o centroamericanos por el mero hecho de crotizarse, casi siempre incorporando en su estilo personal una cantidad de música que no suele pasar de un rejunte de mp3s de mala calidad descargados vía Ares (el ejemplo estadounidense es lo que Hipster Runoff denominó lamestreamer, término que se limita a describir la demora de estos chicos en acoplarse a las tendencias musicales). La contracorriente que esta manada despierta quizá resulte peor de aguantar, y se trata de quienes, celosos y cínicos, intentamos trazar la línea que separa a los artistas genuinos de aquellos otros que la masa consumió hasta agotar, utilizando a los primeros como anchos de espada a mano siempre que queremos impresionar a alguien, en una conversación o en su muro de Facebook. 

Afortunadamente, hay miradas que reinventan a los ritmos que ya conocemos, que los incorporan en esquemas que pensábamos lejanos y nos alejan de los lamestreamers. La de Monster Rally es una de esas miradas. 

Hay un camino fácil para explicar el encanto de este disco, que es el mismo que se utiliza con los discos electrónicos de los últimos cinco años: la influencia de J Dilla. Efectivamente, Coral LP podría ser Donuts si Dilla hubiera vivido unos países más al sur. La descomposición de unos sampleos para composición de otros, la poca duración de los tracks y la facilidad en la construcción de sus climas son calcos perfectos de la obra maestra de Yancey. Obviamente, los terrenos exóticos en los que Monster Rally se introduce son motivos de consideración propia, y también de una danza de referencias a la música centroamericana que gente con más conocimientos que yo podrá establecer con facilidad. Pero como anticipaba, Coral LP hace la diferencia no en la materia prima del sonido, sino en cómo la procesa. Si ponen atención, notarán que son ínfimos los sampleos de voz en los dieciséis tracks. Monster Rally pone en primer plano lo que la mirada estereotipadora sobre estos ritmos deja afuera, y de los pocos segundos extraídos de alguna canción arma sus propias historias, sin perder la impronta geográfica de cada género pero sobre todo haciendo su propio juego. Gorilla vs. Bear señala acertadamente similitudes electrónicas con The Avalanches y Quiet Village.

Coral LP debería estar presente en cualquier conversación que mantengan con alguien que les hable de experiencias recientes con Onda Vaga, Arbolito o el Reggae argentino. Ya les comenté que en el Bandcamp de Monster Rally el disco se puede bajar en cualquier formato y a cualquier precio, 0 incluido.

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