25º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata: el fin



El sábado asistí a mi última función en el festival, la mediocre The Belgrade Phantom, que relata la serie de noches en Belgrado mientras Tito andaba por Cuba, que pudieron haber armado mucho quilombo en Yugoslavia. Los archivos y testimonios son muy útiles para el espectador, y por eso la frustración es doble con el mal componente ficcional. Hoy, con Scott Pilgrim y Un experto en diversión, se inició el rastrillaje post-festival, en mi pieza y por el resto de tiempo libre que se encuentre.

Fueron 24 funciones en total (el conteo de los posts previos se refería a funciones y no a películas, para no tener que darle un párrafo a algún cortometraje, pero el entusiasmo que me provocó The Legend of Beaver Dam, en la primera jornada, rompió por única vez la regla y anuló la fidelidad del cómputo). En definitiva, no es un número importante de películas vistas para 9 días de proyecciones, pero venía con un ritmo importante de ocupaciones previas a esta semana y no quería que el festival sea una triste cumbre de mi cansancio. La meta, sobre todo por vivir en Mar del Plata, era tomar pocos taxis y no tentarme, si andaba solo, a comer fuera de casa por ver una película más. Cumplida.

Esta cobertura zen, por parte de un solo redactor haragán, no podía dar otra cosa que varias reseñas y los tweets frenéticos al salir de las salas. Pero yo pienso y escribo sobre el festival varias veces más durante el resto del año, cuando preparo trabajos prácticos para la universidad. Sería muy estúpido que una vez que la cosa sucede termine la primera cobertura que hago para un blog propio limitándome a esgrimir un top ten o algo parecido, habiendo visto tan poco.

Así que con bastante antelación me contacté con Fernando E. Juan Lima, de El Amante Cine, para pactar una juntada hacia el final del festival y cruzar las sensaciones que nos dejaría esta edición. Fernando hizo varios balances muy copados del festival en la revista, que usé como fuentes para mis trabajos, y hace unos meses entrevistó a Liliana Mazure, la directora del INCAA, le preguntó sobre la situación del festival y terminó tan intrigado como yo cuando leí la nota.

Esta charla con Fernando no la planteé como una entrevista, y tampoco realicé ninguna transcripción de lo que comentamos. El hombre es una masa, hemos coincidido al charlar varios aspectos del festival y su visión me orientó bastante de cara al año final de la carrera que curso. De los meses de trabajos prácticos, de la charla del sábado y de una reflexión posterior surgen estos ítems personales, que no reflejan necesariamente la opinión de Fernando, aunque él y todos ustedes están invitados a suscribir o discutir en los comentarios.

- La programación fue amplia y variada. El único bache no es otra cosa que el papelón de la anemia de películas latinoamericanas, y se solucionará armando la competencia con más películas extranjeras. Preferiré siempre criticar al festival por lo que muestra y no por lo que omite. El debate que intenta trazar una línea entre películas Mar del Plata y películas Bafici me parece irrelevante y funcional a la divagación de Mazure et al respecto al perfil del festival. Cada año se agranda más la cantidad de películas que el circuito comercial ningunea, y los dos festivales deberían trabajar juntos en acordarse de todos esos filmes.

- Claro que Mar del Plata no es un festival clase A. Además de que su competencia no estrena películas (lo cual no me interesa), no trae a muchas estrellas (me tiene sin cuidado) y no atrae a mucho periodista de afuera (más entradas para mí), Mar del Plata apila problemas de organización, atrasa, mueve o cancela funciones y charlas, y las condiciones de las salas no suelen ser las óptimas para los distintos formatos de las copias. Además, perdón si avivo a alguien diciendo esto, pero el festival "de Mar del Plata" tiene tan pero tan poca participación marplatense, que es actualmente un festival portátil, que podría hacerse en cualquier otra ciudad con los cines y los hoteles necesarios.

- Ahora, ¿de solucionar esto se va a encargar el INCAA, la municipalidad o la provincia? Debí haber arrancado por ahí, pero la realidad es que no hay respuestas.

- A la provincia, la municipalidad y su monopolio mediático favorito el festival les viene bien (ver este reporte que realicé durante el festival pasado), y les cierran los números hacia el final. Al INCAA no. Este último ente es el único que no tiene en cuenta los beneficios explotables del festival, muchos de ellos demostrados en ediciones anteriores.

- Con Fernando hablábamos de la formación de la mirada del espectador como una de las metas que un festival tiene por cumplir. Y es un concepto bastante elemental como para andar charlándolo, pero lo mencionamos por la necesidad de remarcarlo, mientras el INCAA lo ignore. ¿Quién se imagina a Martel sin los años de Contracampo en el festival? ¿Al último Trapero sin Pizza, birra, faso? ¿No habrá al menos una cabeza que esté quemándose después de ver el pedazo de producción salido del interior que es De Caravana?

- Entre las actividades paralelas de esta edición se realizó una mesa sobre preservación de films, que hizo hincapié en la pronta concreción de la filmoteca nacional. En un momento en el que el INCAA está por presentar emprendimientos de este tipo, y de introducirse en el medio televisivo, sería una pena desaprovechar el caudal de gente que se moviliza por el festival para empezar a mejorar el vínculo y la imagen del instituto con la industria nacional y los espectadores.

- El balance de Horacio Bernades se pregunta dos veces para quién proyecta las películas Mar del Plata. "Mercado interno" y "espectadores locales", son en principio las respuestas correctas que mucho no lo convencen, pero el festival tiene acciones propias que parecen más ambiciosas: de acá se descarga el archivo PDF con la descripción de las actividades del Programa País, que durante los días del festival dispone varias actividades destinadas a estudiantes de cine y gestores culturales. La devolución del participante al festival parece que debe ser inmediata, pidiendo un informe sobre películas y actividades, que, según dice el folleto, "José promete leerlos a todos!". Alguno sabrá decirme cuál es el éxito real del programa, al que no pude asistir, pero en teoría parece correctamente planteado. Chequear este programa y las proyecciones del cine móvil son tareas pendientes para mi próxima cobertura. Y si, como en la edición 2008, algunas películas se proyectaran en varias ciudades del sudeste de la provincia en plan de festival itinerante, estaría fantástico.

- Existe una actitud (que si lo mencionado recién funciona bien es un hecho) más abierta hacia las escuelas de cine por todo el país respecto a la del Bafici, por lo que sé más centrado en producciones porteñas y específicamente de la FUC (no es que me parezca malo, esto último), y que inevitablemente será redituable para Mar del Plata una vez que los pibes que hoy vienen al Programa País vengan mañana a presentar una película. Recién ahí el paso siguiente sería escuchar a Bernades, y acentuar el nexo con el exterior.

- Vienen, en realidad, varios invitados de Argentina y el resto del mundo. Algunos aprovechan el tiempo en proporciones más turísticas que cinematográficas, pero no es mi intención denunciar que exista gente que le encuentre belleza a las playas de mi ciudad (los felicitaría por el estómago, más bien), sino pedir que la organización disponga más espacios de encuentro entre estos periodistas o figuras y los espectadores: son todos casos de personas idóneas que podrían llevar una simple charla en el Provincial a ser una experiencia inolvidable.

- En su situación actual el festival tiene una curva como para ascender durante varios años, y los pequeños cambios en la organización son los que más repercuten cuando uno se sienta a ver algo. Una vez que el nuevo grupo de programadores adquirió una breve continuidad, se notaron varios caminos delineados en la programación de este año, cuyas ramificaciones para el futuro son infinitas e inimaginables. Lo único que se necesita es la confianza (bueno, la platita...) para que todos los elementos de la muestra emprendan sus caminos en el tiempo, y esperar a que los resultados de estas gestiones salgan a la vista. Algunos queremos romper la dictadura festivalera de las calzas floreadas y las remeras de los Beatles: las chicas con jogging y camiseta de Aldosivi en los cines serán la mejor señal de un progreso.

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