2010: 10 discos, puesto 3




Bienvenidos a la disco más extraña del mundo. ¿Qué palabras hay cuando la mejor canción bailable del año es acerca de una mujer llevándose a sus hijos de casa, cansada del maltrato de su marido? ¿Cinco canciones llenas de vientos en un disco electrónico?

Continuamente se destaca, entre el currículum de Daniel Snaith, su PhD en Matemáticas. Es que paradójicamente, su curro musical tiene que ver con hacer que dos más dos sean constantemente cinco. Su falta de respeto permanente a las estructuras es la que le permite la transición en tres años de un disco como Andorra a otro como Swim.

A excepción del hit-circunferencia que es Odessa, las canciones de Swim son impredecibles y evasivas a repetirse. Los instrumentos van y vuelven de foco, de un canal al otro, y la fidelidad del sonido, mayor o menor según la canción pero siempre conseguida intencionalmente, no permite discernir en algunos momentos qué cosas Snaith decidió samplear de sus vinilos y en cuáles intervino su banda. Cuando el goce natural que provocan los beats se encuentra en un contexto tan perverso, el desconcierto que provoca la voz angelical de Snaith saca el resultado: en Swim dos más dos son cinco, pero hay un cálculo enorme que lo justifica.

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