¿En los albores de una nueva Cumbia?


Recomiendo reproducir los videos una vez leido el post.

Hace 10 años la Cumbia argentina era un hervidero: con justa razón, las bandas se dedicaban a contar de la manera más vulgar -pero ingeniosa- posible la pobreza, la inestabilidad, las malas drogas, el vino barato y las chicas promiscuas que regían la cotidianeidad de las clases sociales más bajas. Grupos como Damas Gratis, Pibes Chorros y Yerba Brava pergeñaron un no future para el que no era necesario ser Punk y joven, sino argentino y pobre. Y hacia 2001 sobrábamos ciudadanos en esa condición.





En los años del crack argentino, la Cumbia Villera se intensificó hasta hegemonizar la escena, cavando al mismo tiempo su propia tumba: detrás de las letras honestas, logradas y verídicas no había nada que brillara, que construyera algo nuevo luego de haber demolido el paradigma tropical-romántico anterior. Si la clase media había adoptado a la Cumbia como su medio de expresión en plena depresión, paulatinamente fue discriminándola hacia el ámbito festivo, o la adjudicó a un supuesto bajo desarrollo intelectual de los pobres, por el cual tendrían la capacidad de disfrutarla ininterrumpidamente, llevándola sin querer a ser el ritmo resentido y reinante en los colectivos, donde en algún asiento del fondo alguien (con quien seguramente no es conveniente meterse) lo hace sonar con fuerza desde los parlantes de su celular.

Pasados 10 años, y más allá de la opinión que cualquiera pueda tener frente a la situación actual del país, naturalmente la Cumbia dejó el neorrealismo atrás. Los principales referentes de principios de la década pasada desaparecieron o integraron al ritmo en las canciones de artistas musicalmente muy remotos (ver las colaboraciones de Pablo Lescano), las letras más Pop recobraron terreno de la mano de algunos solistas de platinados horrendos, entre el mismo ritmo monótono y las melodías pobrísimas que dejó la corriente villera, y con la productora ZZK a la cabeza montones de DJs comenzaron a vislumbrar un pulso y un beat a explotar, en los vinilos colombianos más sucios y en los MP3s argentinos de menor bitrate.





En este punto vamos a detenernos. Cuando los DJs empiezan a vincular a la Cumbia con la electrónica y el Hip-Hop (y también desde que Piola Vago traduce rítmicamente los primeros éxitos del Reggaetón venidos del norte), se abren nuevos portales con ideas apenas explotadas hasta entonces: saturar la métrica en vez de alargar las vocales, sobrecargar el beat y engrosarlo, para mantener melodías simples y lograr una continuidad rítmica en el boliche, en el que el centro corporal pueda pasar de estar en la boca y los brazos en alto al headbangin' con cadencia, los ojos cerrados y los pies en movimiento. Y que en las canciones el foco pase de lo discursivo a lo estrictamente sensorial. Las letras de la Cumbia argentina de la última década jamás estuvieron demasiado cuidadas, pero en la vertiente villera fueron perdiendo cualquier rastro de solemnidad o denuncia explícita, flirteando ahora entre la ostentación del Reggaetón de Miami y el impresionismo doméstico de Lil B y Mike Skinner.

MC Caco, De La Calle y El Dipy son algunos de los ejemplos que se abrieron camino con estas ideas y con algunas otras características notables, de influencias muy diversas: Hamster y BZK Records transformados en auteurs flexibles de las canciones del Perro y MC Caco, la integración plena del Reggaetón en las versiones de los tres artistas, manteniendo el concepto original en el caso de De La Calle, y desviando las historias a la sátira con El Dipy y MC Caco, seguramente recreando las parodias alla "Weird Al" Yankovic que introdujeron a mi generación Alberti, Capusotto y Yayo, en Todo por dos pesos y Videomatch, respectivamente. Los tres ejemplos que van a oír en los videos son reversiones de hits de la Electrónica, el Hip-Hop y el Reggaetón, cosa clásica en la Cumbia desde tiempos que ignoro y que no implica que todos ellos no tengan sus canciones armadas desde cero.





Este post fue rehén por varias semanas de mis vacilaciones. Además de renegar de mí mismo al aplicar una mirada bastante academicista y poco abarcativa -ustedes dirán- sobre un género que ofrece mucho más de lo que conozco, no me siento nada seguro de poder establecer que la Cumbia esté haciendo un nuevo camino. ¿Estos artistas plantean sus canciones de la manera que yo mencioné a propósito? ¿Serán esas sus verdaderas influencias? ¿Conocen siquiera las corrientes actuales en la Cumbia? Me parece que la única certeza que surge es la de la conciencia de estos artistas: están haciendo música bailable y contando historias insignificantes en un tono poco serio. Suena muy bien.

3 comentarios:

equidna dijo...

La versión del tema de 50 cents me gustó.

http://www.youtube.com/watch?v=J_EacbXpe8s&feature=related

¡Si, es un albur! eureka. Pero que sea de la música en general. falta mas cultura musical, esos pibes no conocen a Karicia ni a ningún otro grupo de Perú. Y hip-hop o funk o jazz o chamamé, menos que menos me parece.

Jotafrisco dijo...

Supongo que estos artistas están usando al menos las cosas que se bajan del Ares con el estilo humorístico que vieron por la tele. El tiempo dirá si querrán moverse hacia algún lado o van a explotar esta idea hasta el cansancio.

Matías L. Marra dijo...

Jota, me gustó mucho lo que escribiste. Estuvo bien el análisis, aunque creo que fuiste un poco duro con la primer cumbia villera... Los que cantaban sabían muy bien lo que cantaban (incluso "Laura" es un tema político si uno se la rebusca un poco jaja).

Con lo demás coincido. Algo que conocí hace poco respecto a la mezcla cumbia + electrónica, es El hijo de la cumbia, que se asume "cumbia dub" y suele tocar en lugares de Palermo, aunque tiene buenas intenciones y le encantaría ser más popular (en el sentido de clase, no de ser conocido), a pesar de ser 0% negro villero.

dicho esto le mando un abrazo, adiós.