50 discos de 2011: puesto 10



James Drake Mixtape - Bombé & Mr. Caribbean by Bombé

(Descarga gratuita en dos versiones)

Bombé & Mr. Caribbean - James Drake. Como Bart cuando, jugando al magistrado en una isla desierta, exonera a Milhouse de todo cargo en el juicio por la desaparición de la comida, tengo que admitir que al día de hoy estoy bastante irritado por mi propio veredicto. Una de las ventajas de mantener en soledad este blog es la posibilidad de ejercer cualquier tipo de despotismo, maneje o bajada de línea editorial (obviamente considerando que hablamos de discos y películas sin impactar significativamente en la carrera o vida de nadie) sobre mí mismo, sin ningún prurito a la hora de, en este caso, modificar drásticamente la disposición de esta lista por diversos motivos: cotejando la importancia de un disco para estos tiempos, el virtuosismo musical, desmerecida omisión ajena o simplemente la atención que me quitó durante el año.

A James Drake le falta solidez para integrar un top 10 anual -y de esto me di cuenta muy tarde-, pero fue uno de los álbumes que más escuché en estos meses: una mezcla que condensa sin brillo pero con efectividad a dos patas muy demostrativas de lo que representa actualmente el concepto de música urbana. Si uno lo lleva con descuido por la calle va a encontrarse sumergido rápidamente en la simpleza de beats, versos y coros seleccionados, con más ingenio que trabajo duro: el tratamiento electrónico, en algunos tramos, no supera el mero retoque de CMYK, de Blake, o la reducción de Ransom de Drake a un pedazo que en repetición cobra una fuerza mucho más relacionada al resto de la mezcla. La deconstrucción de las fuentes y la constante victoria del teclado del inglés sobre las bases y reflexiones del canadiense dejan lo mejor de cada parte en su justa medida: el exceso de palabras lleva a Drake de la crónica crítica del estrellato a un lamento de mediático que llena horas de televisión veraniega, dejando discos con altibajos discursivos que resultan menos cautivantes que humorísticos. Durante la mayoría del tiempo la acción pasa por las nuevas facetas que cobran muchas de las canciones de Blake, cuyas versiones originales son vinculadas al R&B cuando en algunos casos solamente samplean las voces de sus figuras.

La mezcla no logra escapar de disonancias y momentos mal cuajados, especialmente notables a la escucha de la versión de un track, que son imposibles de ignorar cuando un álbum de pulso lento y cara de resaca dura apenas 30 minutos. Escuchándola con los tracks separados, cada uno de estos demuestra la inteligencia de los dos DJs responsables, y el sentido altamente sexual que emerge de la música de los artistas sampleados cuando se dejan sus problemas personales de lado, pero incluso de este modo algunas ideas tienen pinta de haber podido ser pulidas con más tiempo.

Me había planteado no revelar las ideas que llevaron a la disposición de los discos en esta lista, pero después de haber repasado cosas del calibre de Let England Shake y w h o k i l l en posiciones anteriores me parecía meritorio ratificar la presencia de este disco en este puesto. Con sus momentos agrios, su nula repercusión y concepto simple James Drake no va a durar en ningún imaginario por sí mismo de acá a unos años, pero al menos por estas semanas de balance me parecerá un buen memo del tipo de música que nos enmarca las ojeras cada jornada en el transporte público.

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